Las fiestas principales judías eran
Pascua, Pentecostés, cuya celebración se basaba en acontecimientos anualmente
esperados por agricultores y ganaderos, relacionados desde siempre con Dios y,
más tarde, con algunos hechos salvíficos históricos. De estas tres fiestas, la
de la Pascua era la más antigua e importante de Israel. Así como para los
agricultores el comienzo del año era en otoño, para los nómadas empezaba en
primavera. En todo caso, en Pascua florecían las primeras espigas, con cuya
harina se obtenían los panes ázimos, es decir, los panes sin la levadura vieja
perteneciente a la cosecha anterior. Además, coincidiendo con el florecimiento
del desierto, las ovejas tienen sus crías. La noche pascual tuvo su origen en
la luna llena de primavera, momento en que los pastores se despedían con una
comida (cordero, hierbas amargas, pan ázimo), dispuestos a cambiar de lugar de
pastos (vestido ceñido, sandalias y bastón). Precisamente cuando los judíos
preparaban sus panes ázimos para ofrecerlos a Yahvé, tuvo lugar el paso del
ángel del Señor para salvar a su pueblo de la esclavitud de Egipto.
La Pascua judía era celebrada desde
sus orígenes con una comida. A los panes ázimos se añadió el rito del
sacrificio y banquete de un cordero. Así se recordaría anualmente la pascua del
Señor, la liberación del pueblo. El acontecimiento del éxodo de Israel y su
salida de Egipto hacia la tierra prometida se conmemoró mediante la institución
pascual o el memorial de liberación: salida hacia la libertad, final de la
antigua existencia y donación de nueva vida. Celebrada por las tribus en su
lugar de asentamiento, la Pascua se restringió más tarde a Jerusalén y al
Templo, convertidos en lugares de peregrinación. En tiempos de Jesús, la Pascua
era la fiesta más importante de los judíos. Según Ex 12 y Dt 16, la Pascua es
el «paso de Dios» para salvar a su pueblo de la esclavitud y llevarlo a la
libertad. Según una tradición judía, la Pascua era asimismo aniversario de la
creación.
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